Tecnologías flexibles o rígidas

Tecnologías flexibles o rígidas. Distinción de Winner




En su artículo “¿Tienen política los artefactos?” en 1983 Langdon Winner analizaba el supuesto carácter políticamente neutral de la tecnología. No es solo que la tecnología afecte a la organización social y política, sino que la propia tecnología tiene un trasfondo político en su diseño, su progreso, su marketing y el fomento de su uso.

Distingue en las tecnologías rasgos de flexibilidad pues pueden favorecer o adaptarse a sistemas sociales diversos, y rasgos rígidos cuando una tecnología es compatible solamente con un determinado sistema de organización social o política. Una misma tecnología puede tener ambos tipos de rasgos en función de cómo la utilicen los sistemas políticos y sociales.

El coche es una tecnología con la que todos convivimos y que se presta a este tipo de análisis.

El invento del automóvil, una vez inventado el motor, era un proceso lógico. Sustituyó a los vehículos de tracción animal, revolucionó la capacidad de trasladarnos.

Pero es una de esas tecnologías que se ha convertido en una “trampa del progreso” de las que habla Ronald Wright (2004), una innovación tecnológica que solucionaba los problemas de la sociedad y sin pretenderlo creó condiciones peores que las que previamente había.

El que los gobiernos hayan potenciado con “planes de desarrollo”, subvenciones al consumo de vehículos, creación de suelo industrial para factorías de automoción, dentro de una política neoliberal de fomento del consumo y aumento progresivo del beneficio de las empresas, unido al marketing empresarial, ha provocado que la mayoría de las personas de nuestra sociedad tenga un coche antes de tener una vivienda.

Hace 55 años en la zona rural la gente se desplazaba en vehículos de tracción animal, autobús o tren. En la ciudad las calles eran para desplazarse o pasear los peatones y para jugar los niños.
Hoy en la zona rural ya no llega tren ni autobús. Todas las familias tienen uno, dos o tres vehículos particulares. Las casas tienen garaje... pero se termina construyendo un segundo garaje. En la ciudad las calles son para que circulen los vehículos y puedan aparcar. Las aceras

se estrecharon, los peatones no podían detenerse a saludar, no niños no podían permanecer en la calle jugando...
La ciudad se llenó de contaminación acústica y atmosférica.

Ante el caos creado en la ciudad se está reaccionando: se están anchando aceras quitando espacio para aparcar coches, los peatones ya podemos detenernos a saludar; acaban de reducirse la velocidad para los vehículos a 30 Kms., se crean carriles bici, calles peatonales... Hemos tenido que llegar a un caos casi total, a una contaminación que mata, para reaccionar.

Se fomenta el transporte público no contaminante, la bicicleta y el desplazamiento andando. Se podía haber hecho hace 55 años. Teníamos tranvía, autobús, trolebús, tren... Se podía haber fomentado el transporte público y la bici... La política consumista y liberal nos abocó a 50 años de vida más penosa que antes de llegar los turismos. Nos hubiéramos librado del problema de dónde aparcar y guardar los dos o tres coches que hemos ido acaparando cada familia...

No quise ni intentar sacar el carnet de conducir. Tuve la suerte de poder jugar en la calle. Fui muy crítica con la llegada de los turismo a la ciudad. Teníamos transporte público. En mi casa no hay coche. Nunca lo he echado en falta. Me desplazo andando o en bici. Viajo en bici y en transporte público.
Veo que es un tipo de movilidad que se está recuperando. Podremos beneficiarnos todos.


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