HISTORIA DE LA CIENCIA EN EUROPA ALBERT EINSTEIN

ALBERT EINSTEIN

Esta fotografía instantánea fue captada el 16 de marzo de 1951 por el reportero Arthur Sasse. Fue fruto de un gesto que el científico les hizo a los fotógrafos que le requerían una fotografía tras salir de la celebración de su 72 cumpleaños, situado él en el asiento trasero del coche en que se trasladaba; un gesto espontáneo tras el que se echó a reír.

Solo A. Sasse logró captarla. A Einstein le entusiasmó tanto la instantánea que encargó 9 copias para enviar a sus amigos como felicitación. Dijo que le daba una imagen de científico loco que le encantó.

Esta fotografía se ha convertido en un icono. Forma parte de nuestro imaginario colectivo. Se considera la fotografía más difundida del siglo XX.

Cuando hablamos de ciencia y queremos ponerle un rostro, rápidamente nos viene a la cabeza la imagen de Albert Einstein como la mente privilegiada que fue capaz de elaborar arduos cálculos matemáticos que cambiaron los conceptos y leyes anteriores en el campo de la Física, la ciencia base de las otras ciencias en nuestra idea social, la ciencia con mayúsculas.

Como si Einstein hubiera dado un gran salto en la concepción del mundo. Una mente privilegiada que nos dio las claves para entender el

cosmos y las partículas pequeñas que forman las moléculas. Como si al desarrollar la teoría general de la relatividad y las de la relatividad especial que podían explicar la mecánica tanto del cosmos como de las partículas pequeñas nos hubiera aportado las herramientas para ya poder entenderlo todo.

Su carácter comunicador, su talante abierto a divulgar la ciencia, a explicar sus teorías tanto a sus colegas científicos del campo de la física y la Astrofísica, así como al resto de científicos de cualquier otro campo que mostrara interés por entender sus desarrollos y sus implicaciones en otros campos, tanto en su país como en países que estaban en guerra con el propio; su disposición a divulgarlo también en medios de comunicación escritos de gran tirada tratando de hacer asequibles sus explicaciones al gran público, le convirtió en una figura conocida, apreciada y altamente valorada por toda la sociedad en general.

El público en general y los periodistas en particular le interesaron no sólo por sus hallazgos científicos, sino que valoraban y difundían ampliamente sus opiniones sobre política, religión, filosofía personal sobre el ser humano una vez que se había dado a conocer al gran público por las aplicaciones de su teoría a la astronomía ciencia que interesa a las personas en general a lo largo de los últimos siglos. Como un gurú lleno de sabiduría, una mente excepcional, la gente le admiró y buscó sus opiniones.

Publicaba artículos científicos muy a menudo, tanto antes como durante la guerra. Mantenía buenas relaciones con científicos tanto dentro de su país como de otros países que pertenecían al otro bando en plenas contiendas mundiales. Lo que le permitió compartir ideas , discutirlas, nutrirse entre ellos. Era un buen colega.

Una mente brillante con una personalidad que le permitía intercambiar información, transmitir y recibir. Lo que le permitió colaboraciones desde el principio en los desarrollos matemáticos de sus teorías, tanto por parte de su maestro Hermann Minkowski, que le había introducido años antes en el mundo de las matemáticas, como de su primera esposa, Mileva Máric, brillante física y matemática, colaboradora en sus investigaciones antes y después de casarse. 

Arthur Eddington, director del Observatorio astronómico de Cambridge, con el que mantenía excelentes relaciones, y que decidió demostrar una de las predicciones de Einstein, corroborando así parte de su teoría. 

Hubble, que al desarrollar su teoría sobre la expansión del universo en base a observaciones empíricas, vio que coincidía con el modelo estrictamente teórico de la teoría general de la relatividad de Einstein. 

Todos ellos contribuyeron a crear en la cultura colectiva ese aura  de Einstein como mente excepcional.