HISTORIA DE LA CIENCIA

Introducción a la Historia de la Ciencia Tarea 10

Papel de la Historia de la Ciencia a la hora de comprender mejor qué sea “eso que llamamos ciencia”


La ciencia, ese conocimiento que la humanidad va acumulando sobre sí misma, sobre el mundo que le rodea, los seres vivos con los que comparte la Tierra que habita, incluye tanto los conocimientos teóricos que va adquiriendo en los diferentes campos del saber mediante investigaciones científicas, los logros tecnológicos a los que le conduce esos conocimientos, los planteamientos filosóficos sobre sus aplicaciones, las creaciones artísticas de la humanidad, sumergida en su época correspondiente.

La ciencia, en su definición, usa conceptos que no son estáticos, sino cambiantes según la época. También cambia según la época la noción de conocimiento “objetivo”: conocimiento objetivo como certeza con una alta probabilidad de verdad; conocimiento objetivo desde el punto de vista del experto, pero no realista, idealizada; conocimiento objetivo despersonalizado, objetividad mecánica; y ya en el s. XX se añade la objetividad del juicio entrenado, la del experto sometido a entrenamiento constante y riguroso.

El concepto de ciencia abarca tal cantidad de datos en tantas áreas de conocimiento, áreas que se van diversificando cada vez más según avanza la especialización que va exigiendo la progresiva complejidad de cada área de investigación, que es fácil manipular el concepto de ciencia para conseguir más poder social e inversión en campos que respondan más a intereses personales y de determinadas áreas de poder, que a intereses sociales.


La Historia de la Ciencia, poniéndola en contexto histórico, filosófico, político y social, mostrando los procesos de investigación básica, los de adquisición de conocimientos útiles, aplicados, los procesos de creaciones tecnológicas que producen, puede clarificar lo que es ciencia y lo que es pseudociencia. Así como los conocimientos que han quedado obsoletos, y los procesos por los que han sido superados.

El conocimiento de los procesos por los que el interés social en un tipo de problemas a investigar se producen en los diferentes momentos de la historia, en los diferente ámbitos socio-politico-económicos, puede ayudarnos a entender cómo, por qué y para qué está la ciencia actual embarcada en las investigaciones actuales. Y cómo ha llegado hasta este momento .

La Historia de la ciencia puede mostrarnos las muchas contingencias que acompañan a la actividad humana que denominamos ciencia.

El ser humano tiene la capacidad de ser político, cada información que transmite, cada actividad que emprende, tienen una base en su interés personal por indagar alguna cuestión o transmitir un mensaje basado en tus creencias e intereses personales, propios del momento; cuestiones que querrá legitimar a los ojos de sus oyentes y de la parte de sociedad que le rodea. Nunca somos totalmente objetivos y asépticos tanto en la configuración del mensaje que transmitimos, así como en la elección del público al que destinamos el mismo. Siempre lo adecuamos en función de nuestros intereses y creencias, así como del momento histórico concreto.

La ciencia es un concepto que actualmente tiene un gran poder legitimador: lo utilizan los diferentes regímenes políticos de los diferentes países, lo utilizan los diferentes partidos políticos dentro de los gobiernos, lo utilizan las diferentes empresas, universidades, complejos industriales y militares dentro de un país, lo utilizan diferentes disciplinas científicas, así como diferentes ideologías pseudocientíficas, lo utilizamos las personas individualmente a la hora de legitimar nuestros argumentos.

Estamos utilizando la ciencia como mediadora entre la naturaleza y el hombre en el proceso de secularización de la sociedad humana, de liberación de los mitos religiosos:
Argumentamos que la ciencia es la verdad objetiva, nos proporciona el conocimiento objetivo de la naturaleza, es consecuencia de los avances de la inteligencia humana, con lo que nos librará de la guerra, nos solucionará los problemas medioambientales y de salud que vayan llegando..., nos redimirá secularmente.

Pero la ciencia no nos provee de verdades absolutas, sino que son verdades probabilísticas, y que pueden mostrarse no ciertas en el futuro.
Su característica de objetividad no es estática, sino cambiante a través de la historia.

La ciencia no puede utilizarse como promesa de futuro. La ciencia va creando conocimiento que no sabemos a dónde nos conducirá en el futuro o qué campos de investigación actuales terminarán sirviendo a la sociedad en un futuro próximo, pues las necesidades del mañana no serán las de hoy, no las conocemos actualmente.

La ciencia no puede utilizarse como garantía de paz y superación de la guerra, pues es la ideología de la sociedad y sus muchos condicionantes la que conducirá hacia la paz o hacia la guerra, y utilizará la ciencia en la dirección elegida.

Por ello la sociedad ha de saber de ciencia, y porqué se están realizando cuales investigaciones, y para qué. El grado de complejidad actual de la ciencia puede llevarnos a desconocer su trabajo actual, sus intereses actuales, terminando la sociedad por ignorar quienes están detrás de las decisiones sobre qué investigar y para qué. Tecnocracia que arrebate a la sociedad democrática la capacidad de decisión sobre los campos de la ciencia que le son más necesarios ampliar la investigación para resolver sus problemas. Como se ha mostrado este años de la Covid, en que prácticamente toda la población mundial y sus gobiernos han entendido que había que investigar como frenar la pandemia entendiendo cómo se propagaba el virus, cómo actuaba una vez producida la infección y cómo podría atacárselo con diferentes sistemas de vacunas.

La ciencia es un instrumento que tiene la humanidad para utilizarlo en cada momento en la dirección que crea necesario.

Tenemos la capacidad de buscar soluciones a los enigmas que nos planteamos y a los problemas que nos van surgiendo; y de transmitir a nuestros congéneres las soluciones que vamos encontrando. 

Las circunstancias en que podemos plantearnos las preguntas a investigar influyen en qué nos preguntemos, en cómo podamos indagar y cuanto tardemos en encontrar las soluciones científicas “objetivas”. probablemente verdaderas mientras no queden obsoletas y superadas.


La Historia de la ciencia tiene la capacidad y la misión de facilitar a la sociedad en general y a cada persona en particular, el conocimiento de cómo hemos llegado a este momento de conocimiento científico, a través de las diferentes épocas con diferentes filosofías vitales que hacían caminar a la humanidad de una determinada forma y en unas direcciones determinadas.

La Historia de la ciencia ha de mostrar esos procesos históricos no lineales, no positivistas, sino con muchísimos condicionantes sociales, filosóficos, económicos, políticos, climáticos incluso.

Que la Historia de la ciencia sepa narrar la historia contextualizada de las inquietudes de la humanidad, los procesos por los que ha ido llegando a los conocimientos actuales, permitirá que seamos conscientes de lo que significa la ciencia, y de la responsabilidad individual en saberlo para opinar y poder guiar las decisiones políticas que nuestros respectivos gobiernos han de adoptar respecto a lo que interesa investigar, en qué tiene que invertir los fondos públicos, sabiendo lo anteriormente reseñado: que la ciencia no es garantía de nada futuro, es una actividad humana que amplía nuestros horizontes, que nos permite conocer más profundamente lo que nos rodea y a nosotros mismos, y que está expuesta a muchas contingencias.

Yo tuve la suerte de tropezarme con una Historia de la ciencia así narrada que me abrió el horizonte a entender unas parcelas del saber humano de las que yo no tenía ninguna base, por lo que no me atrevía ni a acercarme a ellas. Fue hace 10 años. Una asignatura optativa de la licenciatura que estaba concluyendo en la UNED. La obra de Javier Ordóñez, Victor Navarro y José Manuel Sánchez Ron “Historia de la Ciencia”, publicada en Ed. Austral en 2009, fue la herramienta.
Me recomendó la asignatura un compañero que la había cursado el año anterior. Ambos la disfrutamos del primero al último capítulo.
Fuimos entendiendo lo que más preocupaba a las personas en los albores de la humanidad, cómo pudieron ir indagando, lo que ya sabían cuando aparecen los primeros registros escritos, cómo siguieron haciéndose preguntas y buscando respuestas en diferentes partes del mundo, las circunstancias en que lo fueron haciendo, los impedimentos, las facilitaciones, el pensamiento social imperante en cada momento de esa historia de la ciencia que se iba acercando hasta nosotros, cada vez más ramificada y diversificada.

Coincidió con el año en que comenzó su andadura la Cátedra de Divulgación Científica de la UPV y pude comprobar, sorprendida, que podía acudir a cada una de las conferencias de divulgación científica que nos ofrecían ¡entendiendo lo que me estaban contando! Independientemente de la rama del saber que se tratase ¡yo entendía! Y podía valorar el interés que para mi sociedad tenía cada tema que me divulgaban. Me veía a mí misma con cierta capacidad de criterio; capacidad que va aumentando según voy conociendo más.

Fue gracias a la obra citada, bien tejida, transmitiendo historia de la ciencia bien hilada, contextualizada, que mostraba cómo las ideas y los conocimientos no seguían un trazado lineal, las influencias positivas y negativas, avances y retrocesos de la ciencia, conocimientos que iban quedando superados..., manteniendo la atención y el interés a lo largo de toda la obra. Me ha brindado la oportunidad de vivir muchos momentos de sorpresa e ilusión ante los nuevos conocimientos que me brindaban luego las actividades divulgativas de la Cátedra de divulgación Científica.

Como le manifesté a Juan Ignacio Pérez al concluir el 5º año de conferencias de la Cátedra de Divulgación Científica, estaban añadiendo muchos más colores a la paleta con la que yo veo y pinto el mundo que me rodea. 

No puedo sino agradecer a los autores de esa Historia de la ciencia. 

Gracias.


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