"Los LOGROS de una persona dependen más de las expectativas de éxito que de las capacidades"


Los LOGROS  de una persona dependen más de sus expectativas de éxito que de sus capacidades actuales







Anne le había oído a una compañera de trabajo que se había descubierto un efecto psicológico que  habían podido comprobar experimentalmente en educación, en psicología, en medicina, en sociología..., y que era curioso, y que funcionaba siempre:

Los logros de una persona dependen más de las expectativas que esa persona tenga de conseguir sus objetivos que de las capacidades que esa persona posea previamente.

¡Ojalá fuera verdad! Seríamos más felices, pues podríamos trabajar por las metas que nos ilusionan.
Sólo necesitaríamos creer que lo íbamos a lograr, pensaba Anne.
Y también le había contado que nuestras creencias sobre lo que somos capaces de hacer, o de lo que nos creemos incapaces, dependía mucho de lo que opinaran de nosotros las personas que nos habían rodeado desde la más tierna infancia.

Ejemplo de cómo el conocimiento de este efecto psicológico influyó en la vida de Anne.

Un caso real. Autobiográfico.

Corría el mes de Abril de 1979. Era domingo, y se celebraba el 1º Maratón de la ciudad.
Anne, impresionada por la capacidad humana de superación, fue a ver llegar a la meta a los participantes,  más de mil corredores. Aplaudió con emoción a cada uno que llegaba..., más de mil hombres..., y sólo una niña de 14 años como representante de la población femenina. ¿Mas de mil hombres, y sólo una mujer, de 14 años?

En Abril de 1980 Anne fue de nuevo a aplaudir el esfuerzo y entrenamiento de los maratonianos. Este segunda año ya fue acompañada de unos amigos. Y de nuevo más de mil corredores hombres..., y una sola mujer, una simpática joven que respondía a los aplausos con una sonrisa cansada y un  ligero saludo. Otro año más sólo una mujer corriendo entre el millar de corredores.

Anne, extrañada, lo comentó con sus acompañantes. A ellos no les extrañaba. Le dijeron que era lógico: el maratón es una dura prueba de resistencia; lo raro era que una mujer lo hubiera conseguido... Y empezaron a buscar alguna explicación. Seguro que tenía un buen entrenador que le habría acompañado toda la carrera..., seguro que a su padre le gustaba el deporte y la había hecho practicar desde pequeña...

¡Noooooo! Anne sabía que ella era muy mala con el ejercicio físico, si trotaba un poco se mareaba y se tenía que sentar en la cuneta, pero recordaba que en su clase de bachillerato entre las cuarenta alumnas había tres que era muy buenas en gimnasia: volteretas hacia atrás, el pino, salto del plinton, carreras de relevos... Había mujeres muy buenas deportistas. Y así lo contó.
Pero los compañeros no estaban de acuerdo con ella. ¡Una cosa es ser buena en la clase de gimnasia, y más en una clase de niñas,  y otra era correr una maratón!

Anne insistía que correr una maratón, como casi cualquier otro logro en la vida, era cuestión de entrenamiento. Los hombres y la mujer que lo habían logrado era porque habían entrenado duro mucho tiempo, seguro. Hasta ahí todos de acuerdo, para correr una maratón hay que entrenar duro y a lo largo de mucho tiempo. Pero..., y ahí no se ponían de acuerdo, una prueba tan dura no era para mujeres, decían los acompañantes; pero Anne no lo creía así. ¿Por qué las mujeres deportistas si entrenan no van a poder lograrlo? Las mujeres trabajan duro en todos los oficios a lo largo del mundo. Otra cosa es que se les reconozca el mérito, decía ella.

El debate fue subiendo de tono, y en pleno acaloramiento se acordó aquel del hallazgo psicológico que le habían contado la compañera que le habían enseñado en la universidad y que les había comentado en el trabajo:

" Los logros de una persona dependen más de sus expectativas de éxito que de sus capacidades. Y sus expectativas de éxito están muy influídas por las opiniones que sobre esa persona tengan los que la rodean".

La compañera había comentado en el trabajo que la idea era preciosa, con unas posibilidades enormes, pero que le costaba creerla.  Y en la Universidad les habían dicho que ese efecto psicológico se había podido demostrar científicamente, que no era una teoría, que era una realidad científica.

Y si era verdad, las mujeres deportistas no se preparaban para correr la maratón porque todo el mundo esperaba de ellas que no serian capaces, pensó Anne. Lástima que ella fuera tan torpe en ejercicio físico..., que si no..., se ponía a entrenar para demostrar que las mujeres también pueden...

El enfado in crescendo con esas creencias tan limitadoras para las mujeres,  y cómo realmente las mujeres estaban haciendo que se cumpliera la profecía de los que auguraban que ellas no eran capaces de muchos logros,  hizo que se le ocurriera su gran idea:




"¿Y si yo me imagino, hago como teatro y me imagino creer, que si entreno lo logro?" Yo que soy un pato patoso en ejercicio físico, si aprendo a entrenar a correr, si logro correr el maratón del año que viene, ¡el que "los logros dependen de las expectativas de éxito y no tanto de las capacidades" estará claro que funciona, que es un mecanismo real!

Y girándose hacia sus acompañantes les expuso su idea de intentar correr el maratón al año siguiente. Hasta debió proponer apuestas, pero los tenía tan boquiabiertos, pues conocían su incapacidad para el deporte, que no consta que nadie pensara siquiera en apostar nada.

Pasó el verano y sabía que tenía que ponerse a ello. Pero no sabía cómo empezar. Tenía un compañero de trabajo que era también deportista. Habló con él e hicieron un trato: Anne le regalaba un objeto que hacía tiempo él venia pidiendo, y él le enseñaba a Anne a correr en la hora de descanso para comer.

En Setiembre comenzaron. Un mediodía a la semana comían una comida ligera y salían a trotar media hora. El primer día Anne tuvo que parar antes de recorrer 500 metros, se mareaba. Se quedó sentada en la cuneta, esperando a que su compañero regresara y volvieron juntos trotando al trabajo.
Anne se encontró cansada toda la tarde, le costaba trabajar. El segundo día, la siguiente semana, le pasó lo mismo. El tercer día, en la tercera semana, ya no se mareó. pero no pudo seguir más allá de los 500 metros de ida, y los 500 de vuelta al cabo de 15 minutos sentada en la cuneta esperando que el compañero regresara. El cuarto día el compañero deportista le comentó que si quería seguir entrenando se tenía que comprar unas zapatillas de correr, no podía seguir con las zapatillas de camping, esas de loneta sin cordones ni nada. Anne ni lo había pensado. Le contestó al compañero que antes de preocuparse de las zapatillas tenía que conseguir trotar sin ahogarse. Que lo principal era poder respirar... El compañero no pudo por más que estar de acuerdo. Fue el último día que Anne contó con un entrenador.

Anne probaba, una vez a la semana, al salir del trabajo a trotar un poco. Para Navidad ya corría un poco más de un kilómetro. Ya podía correr y respirar, y no se mareaba...
Para Abril ya corría bien 10 kilómetros. Y llegó la fecha del maratón de su ciudad. Se apuntó, pagó la inscripción (que se dedicaba íntegramente a la Cruz Roja)... y muy nerviosa esperó el día de la prueba.
Sólo había conseguido entrenar 10 kilómetros, por falta de tiempo..., y por falta de ganas. Le habían comentado que había que entrenar por los menos 30 kms. seguidos para poder intentar correr los 42.400 metros de la maratón...

Ella estaba muy orgullosa de lo que había logrado con cabezonería y constancia. No le gustaba correr, pero estaba en juego algo muy importante para ella, demostrar que ese efecto psicológico funcionaba, incluso si por culpa de las creencias injustas de la gente se negaba a las mujeres la posibilidad de que tuvieran expectativas de éxito en muchos campos que les pudieran ilusionar.

Y llegó el gran día, el 3º Maratón de su ciudad. Domingo de Abril de 1981. Madrugar, desayunar copiosamente, con tiempo...,
¡Y a la salida! 1Qué nervios todos los participantes! Pistoletazo de salida, y todos a correr, deseándose suerte unos a otros, todos desconocidos entre sí, pero con la misma meta:  conseguir recorrer los 42 kilómetros  en el tiempo máximo de 5 horas.

Y Anne fue corriendo con gente que iba a su ritmo los primeros 10 kms., y los 20.., y los 30...,  y los 35...,  los 38..., los  40...!,  los 41..., y los 42 kms. con 400 metros! ¡Lo había logrado!
Le costaba creerlo.

Las agujetas le duraron 15 días, pero al día siguiente, en el trabajo, a disimular. Nadie nos enteramos.
Ella supo desde entonces, con certeza absoluta, que los logros dependen sobre todo de las expectativas de éxito más que de las capacidades...
Y que las personas influimos en las expectativas de logro de los que dependen de nosotros. Podemos influir en que desarrollen capacidades que les ilusionen, y que sean importante para ellos. Les influimos con nuestra atención, con nuestra valoración, con nuestro aprecio, demostrándoles que creemos en ellos.
Podemos acompañar y ayudar a que las personas que nos rodean logren sus sueños.





Aquel año hubo tres mujeres corriendo la maratón de su ciudad, una joven de la edad de Anne, una niña de 14 años, y la propia Anne. La niña ganó a las dos jóvenes llegando a meta 15 minutos antes que la siguiente.
Anne siguió acudiendo año tras año intentando mostrar una imagen de capacidad femenina. Siempre procuraba mostrar una sonrisa animosa al irse acercando a la meta, y trataba de hacer un pequeño espring final..., aunque ya fuera totalmente agotada: siempre intentando dar una imagen de capacidad para las niñas y las mujeres que les gustaba el deporte (que no era el caso de Anne) y estuvieran viendo la llegada de los atletas de la maratón.

No disfrutaba entrenando, pero reconocía que su capacidad física había cambiado con esa práctica deportiva. Agilidad, resistencia al esfuerzo..., incluso le desapareció la faringitis crónica de los inviernos (por tanto jadear corriendo, decía).

Hubo años en que ella fue la única mujer en acudir a la cita de la maratón de su ciudad, otros en que había dos o tres mujeres participando. Casi 18 años tuvieron que pasar para que ya fueran pasando de 3 a 10 las participantes femeninas.
38 años después la participación femenina en la maratón de su ciudad supera el 32% entre los casi 10.000 participantes.




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